19 de febrero de 2006

Nuestro Silencio

Hemos estado 3 meses inactivos. Y no se ha publicado nada en este blog. La razón de nuestro silencio es muy simple.

El último artículo que publicamos el pasado 15 de diciembre, estábamos esperanzados de que la gravedad de la enfermedad de mi esposa, Paqui, fuera poco a poco evolucionando favorablemente, y, para las fecha en que escribo esto, pudiera estar entre nosotros, aunque fuera bajo unas condiciones de salud precarias. Pero no ha podido ser.

El 12 de diciembre, cuando volvimos a casa mi hija y yo de una conferencia de la UPCT, a la que habíamos acudido ambos, nos encontramos con que no podemos entrar en la casa porque mi esposa había puesto los dos cerrojos (cosa habitual en ella cuando se quedaba sóla en la casa), por lo que intranquilos ante las llamadas al teléfono, golperar la puerta, llamar al timbre, llamar por el telefonillo del edificio, acabamos llamando al 112 y se la encontró tendida en su cocina, porque estaba preparándose un sandwich que ya no se comió nunca.

Evacuada al hospital Naval de Cartagena, y tras evaluar que tiene unos daños neurológicos profundos, es definitivamente ingresada al Hospital Virgen de la Arrixaca, donde le hacen una inicial operación para evacuarle el producto del drenaje de una arteria que se le había reventado (aneurisma). En este centro nos hacen ver que lo que padece mi mujer es muy grave y unos médicos más que otros nos hacen ver que tengamos un poco de fe en que pueda tener una recuperación que no se si llegaría a tener.

Para no mover lástima y hacer pesada esta exposición, resumamos que entre las 4 de la madrugada, ya del día 13 de diciembre y las 15 del día 13 de enero, permaneció en la UCI de la Arrixaca. Y desde esta fecha y hora hasta las 10 de la mañana del día 16 de enero permanció en la planta de neurología del mismo hospital.

A esa hora, 10 de la mañana súbitamente falleció tras dos días en que parecía que había alguna esperanza de que poco a poco volviera a la normalidad, si es que podía volverse a dicha normalidad en su estado, respirando con una traqueotomía y su lesión inicial de una aneurisma muy grave.

Me acompañó durante los últimos 21 años (el pasado 3 de noviembre cumplimos los 21 años de casados), y me ha dejado la única hija que hemos tenido en nuestro matrimonio, de 19 años, estudiando primero de turismo.

Ella, Paqui, entre otros valores me enseño a amar a Murcia, pues ella era de Lorca. Una humilde lorquina que para mí es la más universal de todos los lorquinos de todos los tiempos.

Gracias por los buenos y malos momentos vividos en estos cortos 21 años de convivencia matrimonial. Gracias por dejarnos un poco mejor situados en la vida, y sobre todo por haber sabido amar a Murcia y toda su región.

Te recordaremos siempre, Paqui.